lunes, 4 de mayo de 2015

A pegar la hebra a Valencia

Os explico: conocía Valencia desde hace muchos años. La primera vez que fui, ingenua de mí, ligamos en un pab con unos chicos muy amables que, mientras nos invitaban a una copa y bailábamos agarrao, sus colegas se dedicaron a vaciarnos los monederos. Menos mal que de las tres que íbamos, una dejó algo de dinero en el hotel. Hablo de 1970.
En la década de los noventa, una aventura amorosa que terminó mal, porque me tomaron por una mujer objeto... ¡A mí! No he visto nada igual en mi vida. Voy al grano.
Lo primero que hice fue tomarme unos churritos, que la pella podía esperar, pero no mucho, porque ahí estaba Maria Vicenta Porcar Pedro maquinando una de las suyas mientras nos la servían.
Pero la Valencia que he conocido en dos días ha borrado todos los recuerdos. Me he dejado conducir por unas personas que me han enseñado su ciudad. Ahora sí. Ahora puedo decir que conozco Valencia, y a los valencianos los iré conociendo porque pienso volver, pero la primera inmpresión ha sido desbordante de cariño y generosidad hacia mi persona.
Por la noche Pegamos la Hebra, esta vez con mayúsculas porque se refiere al programa de mi querida anfitriona, María Vicenta. Aquí están todas.
Equipo de Pegando la Hebra y  yo




El programa transcurrió entre charlas y nuevas incorporaciones; Ángeles Pavía fue la primera en unirse. No tardaron Celia Corrons y Marina Lomar. ¡Dios! ¡Qué cuarteto! No quiero describirlas ni adularlas, porque sé que no les gusta y a los que no las conocen les puede sonar a peloteo, y no es el caso. Supongo que cuando unas personas desconocidas, excepto María Vicenta, a la que había visto una sola vez y el resto fueron contactos telefónicos y mensajes, te acogen en su vida y a los pocos minutos te hacen sentir como si estuvieran en ella desde que nacieste, algo tendrán. Eso no lo consigue cualquiera, al menos no conmigo.
Y entre alegría, horchata y buen rollo, llegó la charla. Hice lo que pude, nos reímos, escuché a mis compañeros y luego nos fuimos todos a cenar.  Solo tengo una foto de la cena, pero no podía faltar porque volver a ver a Marta Querol, ha sido otra de las maravillas de este viaje.
Y ¡Cómo no! María Vicenta al fondo organizando alguna de las suyas.

2 comentarios:

  1. Pues con esa hebra, hasta yo me aficionaba a la costura. Cuando las monjas me obligaban a coser, ni churritos, ni horchatas, ni paellas, ni cenitas ni, mucho menos alegrías. Yendo a lo serio, me alegro por ti.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un día tendrás que pegar la hebra tú, Maria. Que tienes mucho y muy bueno que contar. A ver si me pongo las pilas y traduzco A les fosques, que la comunidad hispanoparlante no se lo pierda

      Eliminar