... De nada, responde la mayoría sin reflexionar. Pues yo sí, me arrepiento de muchas cosas. Por ejemplo de haberme enfadado cuando querían los demás y no yo.
Me afrrepiento de haber aprendido a decir «no» tan tarde, apenas hace un mes que sé hacerlo. El año pasado lo inteté, pero no lo debía hacer bien porque al final la que quedó mal fui yo, no los pedigüeños.
Otra coisa que no haría jamás es aprender a hacer tantas cosas, porque a lo largo de mi vida me he visto convertida con frecuencia en una especia de empresa de servicios ambulante, que al final, tarde o temprano oia la frase: «hazlo tú, que esas cosas se te dan muy bien». Ya. Esas, y las otras, y las de más allá, que el personal se apunta a lo que sea con tal de no hacer nada.
Pero de lo que nunca me arrepentiré es de que me gusten los animales, de haber tenido gatos en vez de hijos, de haber vivido en más de cuarenta casas y haber vivido en seis ciudades diferentes.
Me arrepiento de muchas cosas menos de haber pecado, porque ahí es donde me lo he pasado mejor, teniendo en cuenta que en mis tiempos, además del sexo, era pecado robar, que ahora no lo es. Por ejemplo, lo he pasado bien robando algún que otro libro en grandes almacenes. He pecado de gula poniéndome morada cuando iba por esos mundos y después de una excursión, por fin parábamos a comer algo. También de pereza, cuando me gustaba dormir hasta las tantas.
Jamás me arrepentiré de que me hayan tomado el pelo cuando han querido, de no haber sido nunca desconfiada y ser fácil al engaño. Y nunca, nunca, NUNCA...
me arrepentiré de haber decidido pasar el resto de mis días dedicada a escribir.
Me afrrepiento de haber aprendido a decir «no» tan tarde, apenas hace un mes que sé hacerlo. El año pasado lo inteté, pero no lo debía hacer bien porque al final la que quedó mal fui yo, no los pedigüeños.
Otra coisa que no haría jamás es aprender a hacer tantas cosas, porque a lo largo de mi vida me he visto convertida con frecuencia en una especia de empresa de servicios ambulante, que al final, tarde o temprano oia la frase: «hazlo tú, que esas cosas se te dan muy bien». Ya. Esas, y las otras, y las de más allá, que el personal se apunta a lo que sea con tal de no hacer nada.
Pero de lo que nunca me arrepentiré es de que me gusten los animales, de haber tenido gatos en vez de hijos, de haber vivido en más de cuarenta casas y haber vivido en seis ciudades diferentes.
Me arrepiento de muchas cosas menos de haber pecado, porque ahí es donde me lo he pasado mejor, teniendo en cuenta que en mis tiempos, además del sexo, era pecado robar, que ahora no lo es. Por ejemplo, lo he pasado bien robando algún que otro libro en grandes almacenes. He pecado de gula poniéndome morada cuando iba por esos mundos y después de una excursión, por fin parábamos a comer algo. También de pereza, cuando me gustaba dormir hasta las tantas.
Jamás me arrepentiré de que me hayan tomado el pelo cuando han querido, de no haber sido nunca desconfiada y ser fácil al engaño. Y nunca, nunca, NUNCA...
me arrepentiré de haber decidido pasar el resto de mis días dedicada a escribir.
La vida es un aprendizaje continuo, Mercedes, es algo que he aprendido durante este aprendizaje. Aprendemos de los errores y éstos nos hacen mejores, o quizá peores, pero nos cambia, nos curte y nos deshumaniza. También he aprendido que si me siento bien ayudando a los demás, no debo sentirme mal porque no me correspondan; quizá en el fondo lo haya hecho por mí y no por ellos. No suelo arrepentirme de lo que hago, puesto que todo nos sirve para seguir deshumanizándonos. Solo debes arrepentirte de no haber empezado a escribir antes, aunque tampoco te servirá de mucho ese arrepentimiento, forma parte del aprendizaje.
ResponderEliminarTal vez no me he explicado. No espero que me correspondan, solo espero que no me exijan. Con eso me conformaba, pero la gente se acostumbra y no te toma en serio. Y lo que es peor, no respeta tu tiempo.
EliminarYo me alegro muchísimo de que no te arrepientas de seguir escribiendo, por años y años...y aquí soy muy egoísta. Un abrazo
ResponderEliminarCreo que moriré pegada a un ordenador o a un iPad con teclado. Tranquila.
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