sábado, 22 de noviembre de 2014

El gen del escritor

Ya no tengo excusa. Hace más de ocho meses que salí de Barcelona, con todo lo que eso conlleva. Del pasado me he traído lo que me hacía feliz y he dejado atrás todo lo que constituía fuente de sufrimiento o un handicap para la felicidad, porque lo que se dice sufrir, no sufría, que no es mi estilo. Lo del sadismo-masoquismo es de las pocas cosas que tengo en equilibrio. Tampoco disfruto haciendo daño, más bien al contrario. No voy a decir que no odio a nadie, mentiría, pero mi odio no merece ni un ápice de energía, que la necesito toda para amar y para crear novelas.
Y hablando de novelas. Poco a poco retomo mi marcha y, con dificultad, no me quiero engañar, voy sacando pasito a pasito mi próxima obra. Se puede decir que sí cuando sobrepasas las cien páginas y tus personajes duermen contigo, viven a tu lado y te marcan la pauta. Y ahí está una mujer que se llama Mariana, rebelándose al destino que le he previsto, pero tengo que dar un golpe de autoridad, ¡faltaría más!  No pienso consentirle que haga lo que quiera, que para eso soy la autora.
Ese pequeño poder que te da escribir de inventar vidas y que sucedan como quieres, es la erótica del autor. ¿No existe la erótica del poder? Por eso pocos de nosotros somos políticos, porque nos falta esa ambición. Nuestro verdadero poder residen en nuestras vidas de papel, esos seres que un día iamginamos y se quedan agazapados en un rinconcito de nuestro interior y solo esperan que nos pongamos ante el teclado, la libreta o esa servilleta de papel, a falta de otra cosa, pero que decidamos dotarlos de vida.
El mundo de escritor es sencillo para él y complicado para su entorno. A mí me hace feliz el hecho de sentir que mis dedos corren veloces y acompañan a mi idea. Me llena de satisfacción ver cobrar vida a un imaginario paisaje o una plaza inexistente en la que poner a pasear a mis protagonistas. El tiempo, buen recurso para intercalar ideas y emociones que quieres plasmar, corre paralelo al estado de ánimo. Un día que estás eufórica por lo mucho que avanza tu obra, no tendrás reparo en crear un entorno gris, si la narrativa lo requiere. Ya no eres tú, es ese ser misterioso que llevas dentro y que se independiza de tu entorno para ser él, para existir y alejarte de todo lo demás. Ahí es dónde los otros se resienten. ¿Quién es capaz de alejarse de ese ser? Si alguien me puede decir cómo, escucharé sus consejos, porque a mí, por seguirlo, me ha costado muchas cosas.
Buenas tardes y muchas gracias a todo el que visite mi blog, deje o no un comentario.
Antes de terminar, os pongo una foto de mi padre, el portador del mi gen de la escritura.

15 comentarios:

  1. ¡Qué bellísimo gen, sin duda alguna! Y ese no poder dejar de ser uno mismo.¡Enhorabuena!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No creas que es una suerte no poder dejar de ser uno mismo, a veces me cambiaría por alguien más conformista. Un abrazo, María José.

      Eliminar
  2. Tener una figura parental importante es algo muy especial en la época de la infancia. Ni me extraña que estés tan agradecida. 😘

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí que lo estoy. Cierto que como padre no era lo que se dice una joya, pero como escritor, poeta, periodista y hombre de una gran cultura, le debo mucho. Él me enseñó a escribir cuando era muy pequeña, y esas cosas nunca se olvidan.
      Gracias por pasar por aquí.

      Eliminar
  3. Yo he pensado muchas veces que soy adoptada. Por más que busco y rebusco, no encuentro genes de escritura en mis antepasados a los que agarrarme. Ni siquiera de lectura. Mi madre dice que lee porque me ha visto leer a mí, algo que desmonta las sesudas teorías (que no me creo) que afirman que cuando los padres leen, los niños salen lectores y cuando no lo hacen no se acercan a un libro ni con un palo.

    Me voy a escribir un poco. Me he dejado a un personaje a mitad de frase (el maldito teléfono, que no lo apagué) y eso no se hace.

    Besos


    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por dios, May, no hagas eso con tus personajes, que luego se cabrean.
      Yo creo que alguien tiene que empezar, puede ser esa tu misión, aportar a vuestro árbol el gen del escritor, porque si tú no lo tienes te aseguro que no lo tiene nadie.

      Eliminar
  4. Ese gen es importante, pero tu padre también creó una gran persona.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por la estima en la que me tienes, pero no creas, que cuando me enfado soy terrible. Ahora bien, me dura tan poco que se me olvida hasta el motivo.
      Un abrazo, Almudena.

      Eliminar
  5. Me quedo con tu frase, que de tan verdadera es lapidaria: "El mundo de escritor es sencillo para él y complicado para su entorno".

    ResponderEliminar
  6. Nos tenemos que ver, amigo Ric, es demasiado tiempo para la cantidad de cosas que nos pasan. Superamos con creces el cómputo de muchos en toda su vida. Tenemos temporadas que hubieran hundido a la mayoría.

    ResponderEliminar
  7. Los mejores momentos son los que pasamos en compañía de nuestros personajes, Mercedes, lo demás no es realidad. Es fantasía.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que una vez más tienes razón, pero a veces se añora la fantasía.
      Un saludo, Blanca.

      Eliminar
  8. Bien, Mercedes. Como siempre, me gusta lo que dices y cómo lo dices y me siento identificada en tus palabras. me ha gustado eso de la erótica del escritor, porqué sino es difícil explicarnos como nos puede llenar estar horas y horas en soledad delante de un ordenador o delante de una cuaderno sin otra cosa que hacer que parir mundos y personajes. Esos momentos, sin duda, aunque puedan parecer vacíos a un observador, están repletos de magia y no los cambiaria por nada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Maria. Muchas gracias por tus palabras y por pasar por un blog loco en el que nunca cuento nada para ayudar a nadie; en todo caso, me ayuda a mí, que no es poco.

      Eliminar