Creo que este blog empezó con serpentinas y confettis de una noche de fin de año. Lo que menos me podía esperar yo, es que sería el último de mi vida en Barcelona.
El primero en Madrid también llevaba gorrito y serpentinas, y no es que empezase especialmente bien, aunque pareciera lo contrario. No voy a hacer balance porque os he mantenido al día en este blog, que parece el diario de una nómada. Pero, ¿por qué no? Vale la pena recordar lo que dejé y valorar lo que encontré.
El primero en Madrid también llevaba gorrito y serpentinas, y no es que empezase especialmente bien, aunque pareciera lo contrario. No voy a hacer balance porque os he mantenido al día en este blog, que parece el diario de una nómada. Pero, ¿por qué no? Vale la pena recordar lo que dejé y valorar lo que encontré.
Dejé una ciudad preciosa a orillas del Mediterráneo, con enclaves tan únicos como son sus Ramblas, y encontré otra con un cielo irrepetible que me acogió cariñosa. Dejé la humedad del mar por las cumbres nevadas de la sierra cercana, con un frío menos frío, aunque el termómetro se empeñe en decir lo contrario. Dejé una casa llena de sueños rotos y encontré una en la que todo está por estrenar, hasta los sueños.
Después de muchas peripecias que ya os he contado, no tenía excusa para no escribir, pero no escribía. Aquí le tengo que dar la razón a mi cuñahermano José Luis, y su manía de estar cerca del sol, y a mi hermana pequeña, que me decía que me equivocaba eligiendo los espacios. Cierto. Prescindí del salón para montar en él el estudio y me equivoqué. Ahora tocaba cambiar todo de sitio.
No lo noté enseguida; han tenido que transcurrir tres meses para darme cuenta de que nadie es "como el sol de la mañana que entra por mi ventana", como decía Marisol cantando a grito pelado. No era la añoranza la que no me dejaba escribir, sino el mundo de las energías telúricas, esas que emanan de la tierra y que, queramos o no, afectan a nuestras ondas, a nuestra energía vital. He leído en algún sitio que las chimeneas cosmotelúricas, o puntos por los que se esfumuma la energía, pueden dar al traste con nuestro rendimiento.
Mi hermano pequeño dice que no, que era el routter demasiado cerca lo que me restaba energía. No lo sé, pero ya no tengo el proveedor de Internet a mi derecha, y sí a mi izquierda una ventana por la que a partir de las once me inunda la mesa de sol. Por fin disfruto de mi soledad, ya no me pesa aunque sea más real que nunca, porque algunos hilos que me tenían sujeta al pasado se han cortado de tanto tensarlos. Ahora sí soy libre en cuerpo y alma. He recuperado esa red invisible que conecta con la mente, la creatividad, o como se quiera llamar al proceso de plasmar el pensamiento mediante las manos, da lo mismo un teclado que una libreta. Se trata de encontrar el vehículo que vacíe tu universo mental y te permita crear vidas imaginarias que te harán compañía. Como sé que las energías influyen en el proceso, péndulo en mano, me paseé por la casa. Él me confirmó lo que mi cuerpo sentía y no tardé en movilizar los muebles, aunque me costase una lumbalgia de cuatro días. Nada que no se arregle con manta eléctrica y un poco de lectura en posición horizontal.
No son muchos los días que me cobija mi nuevo entorno, pero es cierto que las horas se han agrandado; es verdad que mis historias crecen y que los personajes de papel vuelven a dormir conmigo, acunándome hasta que llega el sueño.
Y ahora me falta por pasear un lugar del que me han hablado con fallas de energía en el subsuelo. A ver si afloja el frío y me doy una vuelta por allí.
No lo noté enseguida; han tenido que transcurrir tres meses para darme cuenta de que nadie es "como el sol de la mañana que entra por mi ventana", como decía Marisol cantando a grito pelado. No era la añoranza la que no me dejaba escribir, sino el mundo de las energías telúricas, esas que emanan de la tierra y que, queramos o no, afectan a nuestras ondas, a nuestra energía vital. He leído en algún sitio que las chimeneas cosmotelúricas, o puntos por los que se esfumuma la energía, pueden dar al traste con nuestro rendimiento.
Mi hermano pequeño dice que no, que era el routter demasiado cerca lo que me restaba energía. No lo sé, pero ya no tengo el proveedor de Internet a mi derecha, y sí a mi izquierda una ventana por la que a partir de las once me inunda la mesa de sol. Por fin disfruto de mi soledad, ya no me pesa aunque sea más real que nunca, porque algunos hilos que me tenían sujeta al pasado se han cortado de tanto tensarlos. Ahora sí soy libre en cuerpo y alma. He recuperado esa red invisible que conecta con la mente, la creatividad, o como se quiera llamar al proceso de plasmar el pensamiento mediante las manos, da lo mismo un teclado que una libreta. Se trata de encontrar el vehículo que vacíe tu universo mental y te permita crear vidas imaginarias que te harán compañía. Como sé que las energías influyen en el proceso, péndulo en mano, me paseé por la casa. Él me confirmó lo que mi cuerpo sentía y no tardé en movilizar los muebles, aunque me costase una lumbalgia de cuatro días. Nada que no se arregle con manta eléctrica y un poco de lectura en posición horizontal.
Fuente del Ángel Caído (El Retiro) |
Y ahora me falta por pasear un lugar del que me han hablado con fallas de energía en el subsuelo. A ver si afloja el frío y me doy una vuelta por allí.
Con lo que me cuesta a mí mover una silla, me admiras, Mercedes. Y eso que estoy de acuerdo contigo, que a veces recolocar lo que te rodea de ayuda a recolocarte por dentro y a que el camino fluya con más facilidad.
ResponderEliminarUn beso
Espera a que se vaya el frío y me tienes ahí con mi péndulo midiendo energías y empujando algúnb mueble, ¿por qué no?
EliminarGracias por tu visita, Mayte.
Me alegro de que te vayas encontrando bien contigo y con tu entorno.
ResponderEliminarEl lugar con fallas de energía en el subsuelo es el Angel Caído de El Retiro?
Estoy en forma con mi nuevo sitio, te aseguro que estas cosas funcionan. Sí es esa fuente. Le pediré a Gema que vayamos una tarde, El Retiro es su segunda casa. Si te apuntas, montamos una excursión con merienda.
EliminarUna buena noticia que ya estés contigo misma, me alegro
ResponderEliminarAvisa para el paseo, ya sabes q ese es mi territorio. Me alegro q las energias hayan vuelto. :)
ResponderEliminarEstá hecho, Juanma. Ya has visto mi respuesta a Almudena. En cuanto se pase el frío, la organizamos. Cuento contigo, elegimos un día que nos vaya bien a todos.
EliminarComo siempre me ha gustado leer tus andanzas y mudanzas en pos de las buenas energías y de ti misma. Describes con tanta facilidad tus devaneos con la literatura y tus viajes por las montañas rusas de la vida, que me muero de ganas de conocer a tus nuevos personajes. O quizás, ¿eres uno de ellos?
ResponderEliminarMis andanzas seguirán mes a mes, pero mis personajes no quieren salir. Buscan la manera pero si yo no empujo un poco, tardarán. No estaría mal ser yo el próximo personaje, pero caerían muchas cabezas si cuento mi vida.
EliminarHola Mercedes, esla primera vez que comento algo tuyo aúnqu hace tiempo que te sigo. Estoy totalmente de acuerdo en lo que comentas, las corrientes telúricas ejercen una fuerza muy potente sobre nosotros y también desprenderse de cosas que retenemos y que ya no nos valen también liman nuestras energias. Hay que sacar y tirar y así nuestras energias fluiran mejor. Me gustas como escribes, felicidades y que tengas un buen día.
ResponderEliminarGracias, Anna. Me animan a seguir tus palabras. Con los cambios bruscos en la vida, pasa lo mismo que con la muerte. Te aferra a algo que ya no existe y no vives lo que en realidad tienes, y te aseguro que tengo mucho más de lo que he perdido.
EliminarEn cuanto a las energías, son mi única creencia. Mi entorno siempre está rodeado de cuarzo, piedras o cristales de color natural y alguna pirámide.
Creo que tienes razón en todo lo que dices...a ver si me abandona la pereza y busco esas energías que manan de la tierra.
ResponderEliminarTe aseguro que la pereza puede venir de un desequilibrio de las energías. Coloca tu entorno, busca un lugar para tu cuerpo y tu energía resurgirá sin que te des cuenta.
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