miércoles, 22 de enero de 2014

Esquizofrenia existencial

Así es como yo llamo a vivir varias vidas al tiempo. Imagino que otros también se lo llamarán, pero yo no lo he leído en ningún sitio. Y que conste que no quiero minimizar ni frivolizar con una enfermedad psiquiátrica grave, sino utilizar el término como lo describía Laing, que por otra parte estuvo tachado de antipsiquiatra. Decía así: «es un mundo incompatible e incompartible».
Y ese es el punto. Esa es la realidad de todo el que dedica su tiempo a escribir. Por una parte esta la vida cotidiana y real, de realidad, no de realeza, que de eso tiene bien poco, al menos la mía. Se planta delante con sus servidumbres y sus vulgaridades: comer, lavar platos, ropa, limpiar, confraternizar con los demás y muchas cosas que siempre quedan pendientes porque el estereotipo dice que los escritores «vamos a lo nuestro». 
Y es ahí donde yo he encontrado la solución viviendo lo que llamo Esquizofrenia existencial. Me escindo, desdoblo mi yo en cuantas porciones sea necesario para seguir sobreviviendo en un mundo que te exige unas pautas y un orden que no siempre es el tuyo.
Luego está el otro mundo, el de tu novela. El de esos personajes que conviven contigo y que también tienen su exigencias. Van y vienen por la vida que tú les has creado y necesitan verstir, comer, un coche... Depende de la época en la que centres la acción, tendrás que hacer un esfuerzo de imaginación. Ahora con Internet todo es más fácil, pero antes había que recorrer hemerotecas buscando anuncios del coche del año en... 1976, en mi caso, puesto que escribo novelas ambientadas en ese año. O ver vídeos de cómo se vestía. Porque eso sí se lo llevó el viento, y se llevó también algunos bares que antes existían, como por ejemplo El Maracaibo, que estaba en la calle Canuda de Barcelona, justo enfrente del Ateneo. ¡Ah! El Ateneo de aquellos tiempos, cuando servían cenas baratísimas y después de cenar, jugabas una partida de ajedrez que culminaba con la visita al Maracaibo hasta altas horas de la noche, oyendo los tangos y la guitarra de un hombre que sale en mis novelas, con otro nombre, claro, pero que existió y con el que pasé muchas noches de correrías subida en su carromato de inválido.
Entonces también vivía una Esquizofrenia existencial, como casi toda mi vida.

14 comentarios:

  1. Pues no puedo mas que estar de acuerdo con el término, muy bien conceptualizado. Así es la vida de los escritores que nos tenemos que escindir para sobrevivir. Un beso

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    1. Pues es un honor que a toda una autoridad en la materia le parezca adecuado. No quiero frivolizar, ya lo digo, pero a veces me siento como si fuera varias Mercedes en una, te lo aseguro.

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  2. Ante todo, un diez por la foto; mejor dicho, un once!!! Aunque pueda parecer extraño, documentar escenarios y recrear tiempos pasados es una de las cosas más fascinantes para el que escribe, además, es vital para dar credibilidad a una historia.

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    1. Gracias por el piropo. Y sí que es fascinante. Muchas horas de la serie de Candela se me van en leer libros (de papel) comprados en el Mercat de Sant Antoni, así como revistas de la época. Me encanta leerlos. Tengo una tremenda colección de libros sobre La Transición.

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  3. ¿Sabes, tocaya?, aquel que se llame escritor y no sufra de esa esquizofrenia existencial es un autor de cartón, en este oficio de locos lo primero que dejamos es la "salud mental". Pero oye, algunos, como tú, son unos locos encantadores.
    Un besazo.

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    1. Lo que yo tengo es una suerte tremenda con tener a personas como tú, como vosotros alrededor. Mi salud mental no se cura ya ni dejando de fumar. Gracias por pasar por aquí, un beso también para ti.

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  4. Tu libro el "Asesino del ajedrez" no refleja esta esquizofenia existencial que tan bien desmenuzas en tu blog. Son personajes tiernos, especialmente Silvana. La protagonista de libros de la serie de Candela, tal vez si se refleje algo de esta disociación de personalidad. Decididamente sola, antisocial y solo vive para perseguir a los malos de la sociedad que cometen actos delictivos. A ver si en los próximos la haces mas humana, que ella no es escritora.

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    1. Otra metiéndose con Candela. Judit Priay, Rosa Pérez, que ha corregido Matar al Mensajero, y ahora tú, dale con que ligue. Pues bueno, al final en la corrección que estoy haciendo a La trampa, liga. ¿Estás tranquila?
      De todas formas, gracias por pasar por aquí y dejar un comentario.

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  5. Ufff... Menos mal, pensaba que estaba muy mal cuando los personajes se me aparecen em sueños y me hablan o interactúan en ellos. Imagino que eso ha de ser normal ( ¿no Marijose Moreno?).

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    1. Yo no soy María José, pero ya te digo que es normal o estaríamos todos locos. Además, ella ha sido la primera en dar el visto bueno a lo que he dicho esta mañana. Un beso, Fran, gracias por pasar por aquí.

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  6. Mercedes lo mismo que os desdobláis los escritores, nos desdoblamos los lectores...yo ya menos, la edad y los problemas se han llevado mi capacidad de concentración...pero antes cuando me metía en un libro...me metía...y me costaba volver al mundo real...por éso me gustaba y me gusta tanto leer tienes un desdoblamiento de personalidad, la que nos proporcionáis con vuestros presonajes y la de andar por casa. Y algunos escritores sóis genios en ésto. Saludos.

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    1. ¡Uau! Un chute de moral para irme a dormir. Si consigo desdoblar a alguien, me siento antilitio, que es lo que dicen que hay que dar a los esquizofrénicos. Bueno, al menos eso era en mis tiempos de estudiante, que a lo mejor ahora se les da otra cosa y el litio ya ni existe, ¡ve tú a saber! Buenas noches. Gracias.

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  7. Buenas tardes.

    Actualmente estoy trabajando en una novela con un personaje que no sabría decir exáctamente cuál de los dos mundos que vive es el real y cuál es el imaginado. O, quizá ambos sean imaginados.

    ¿Es eso a lo que te refieres? Yo lo he llamado "divergencia cognitiva"

    Un saludo

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    1. Hola, Marcos. No es a eso a lo que me refería, sino al esfuerzo del escritor para compatibilizar en su medio familiar, de amigos o en la sociedad en general, porque ya sabes que el proceso creativo de escribir abosrbe muchas horas.

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